Sea como fuere, tenemos que marcharnos. Quizás nos vayamos a intentar conseguir otro porvenir o a algún lugar lejano de Torrelavega.
Ha pasado un año desde nuestra marcha a Madrid y han cambiado mucho las cosas. La gente tiene miedo y ya nada es como antes. Suele decirse que la confianza da asco y en este caso es mucho mayor que eso. Ya no puedes mirar a nadie a los ojos, nadie te dedica una sonrisa y más que nada no huele a amor. Quiero decir, la poca riqueza que teníamos se acaba de convertir en penuria y las pocas alegrías que nos llegaban son ahora desgracias.
¿Qué pasa con él? Quiero decir con Manuel, sé que juro y perjuro que no le quiero como a un hombre, pero es que sé que no le puedo abandonar, y menos en estos momentos, no están las cosas como para desternillarse. En fin, que de buenas a primeras nos vamos, y no me gusta lo desconocido. Bastante me preocupan los forasteros que llegan aquí como para irme yo a otro lugar.
Pero esta vez me voy a arremangar, ya no me sudan las manos y ya no me tiemblan los labios. Me iré con lo puesto e iré a ver mundo.
- A mí me gustaría volver a Madrid...
- ¿En serio Aurora? - Juan no parecía demasiado contento con mi opinión.
- Anda, remataos el conejo que hoy lo he echo al escabeche.
Delicioso sí.
- Si quieres marchar a Madrid tendrás que servir en una casa, - intervino padre - tampoco es que haya muchos más quehaceres de los que ocuparse.
- Me parece bien padre, no creo que sea mucho más trabajo hacer las cosas de casa sola que con la ayuda de madre.
- ¡Ojo! Que es Aurora la que me ayuda a mí... - dice mientras ríe.
Pues no se hable más, ¡Madrid nos espera!
- Sigue sin parecerme bien, pero si es lo que quieres pequeña...
Le toco el hombro suavemente, me apoyo contra él y le explico de la mejor manera que puedo que eso es lo que quiero y posiblemente podré labrarme un mejor futuro si nos encaminamos pronto a Madrid.
Después de una pequeña charla consigo que Juan me ampare y así ser casi, casi completamente feliz.
- De acuerdo, pero yo iré contigo. - Esboza una pequeña sonrisa y luego recoge su plato.
Ventajas, no es un paraje desconocido para nosotros y tengo unas ganas tremendas de visitarlo.
Inconvenientes, la verdad es que no veo ninguno, pero no hay mal que por bien no venga así que podrá solucionarse.
Pues no se hable más, ¡Madrid nos espera!
¿Alguien se imagina al amor sirviendo lágrimas a tristeza?
¿Alguien se imagina al amor vestido de harapos?
¿Alguien se imagina al amor arando campos?
No. Es muy sencillo. Nosotros lloramos por no comer, ellos lloran por su estómago ya que han comido demasiado. Nosotros lloramos porque tenemos frío, ellos lloran porque hace demasiado calor. Nosotros lloramos porque no podemos ir a la escuela, ellos lloran porque tienen que prepararse para completar sus estudios.
Aunque, todavía soy una niña, pero el amor no entiende de edades.
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