- Muerto.
- ¿Qué?
- Huele a eso, a muerto.
Le miré con indiferencia. Juan parecía algo afectado por las revueltas y las nuevas que por allí rondaban. Nunca le había visto así, es como mezclar aceite y agua, es decir, Juan no era de esos que le diesen demasiadas vueltas a los conflictos, o batallitas como él les llamaba, que a cualquiera con un milímetro de cabeza que no estuviese sumergido totalmente dentro del agua le hubiesen recluido más de una noche o alargado una sesión de consulta con la almohada.
- Seguro que no ha pasado nada, todos están bien y los... menos afortunados... seguro que han sido los militares.
- Que no te asuste decir la palabra muerto.- he hizo un aspaviento meneando los dedos hacia abajo para subrayar la dichosa palabra, nunca mejor dicho.
- No me asusta - afirmé. ¡Imposible! ¿A quién no le asusta? Que yo sepa, la palabra muerto no es un vocablo agradable de pronunciar, será porque no es precisamente agradable o porque no la conocemos.
- Entonces pequeña Aurora, dilo.
Silencio. Frío y viento. Ya no hay habitación, todo ha desaparecido. Estamos sólo Juan y yo. Estupendo. Ahora soy una oveja acorralada por su pastor.
- Bueno, mejor será dejarlo - ¡uff! - Anda ven y dame un abrazo.
Me estruja entre sus brazos y me acaricia la cabeza con gracia, luego reímos.
- Ale perezosos, ayudad con las bolsas a vuestro padre que el autobús acaba de marcharse.
Echamos una carrera entre carcajadas y a lo lejos diviso a Manuel. Se supone que estamos comprometidos. Creo que lo quiero de la misma manera que a Juan, así que no me casaría con él. Pero eso no quita que Manuel también sea maravilloso.
- Hola. Estás, a salvo...
- Sí, eso parece.
Sonríe. El sol se acaba de enfadar.
- Bonjour messie caballos.
Reímos los tres. Maravillosos, otra vez.
- Señor Pérez, debo informarle de que su francés es ridículo y deja de sonar bonito con su ridículo acento, además messie caballos no es la mejor manera de nombrar a un criador nato de jamelgos.
- Shh mademoiselle perfecta.
Y al final acentúa la última vocal.
¿Alguien se imagina al amor sirviendo lágrimas a tristeza?
¿Alguien se imagina al amor vestido de harapos?
¿Alguien se imagina al amor arando campos?
No. Es muy sencillo. Nosotros lloramos por no comer, ellos lloran por su estómago ya que han comido demasiado. Nosotros lloramos porque tenemos frío, ellos lloran porque hace demasiado calor. Nosotros lloramos porque no podemos ir a la escuela, ellos lloran porque tienen que prepararse para completar sus estudios.
Aunque, todavía soy una niña, pero el amor no entiende de edades.